A Álvaro Díez Astete
Cuando todo se derrumbaba, se astillaba y estallaba, te encontré
Estabas ahí, apremiante, debajo de la peña, aguardando el momento de develarte. Estabas ahí, destellando tu majestad serena. Estabas ahí, venerable de sólo mirarte
Cuando te vi, te alcé y te ofrendé, devoto, a las encrucijadas: te deposité en la cima de la apacheta del abra
Ahora custodias todos los caminos, todos los destinos: lo cierto y lo incierto, lo diminuto y lo colosal, lo efímero y lo eterno.
Todas las cosas, los rostros, las voces; todas las conmociones, los encantamientos y las dichas, los sentimientos, te pertenecen: febriles los alojas en tu corazón de paciente geología y tenacidad mineral
Por eso sabes que las aguas no esperan, suben y bajan, que el viento aúlla o el viento se calla, que los cerros duermen, deliran o danzan: el mundo cabe dentro tuyo y también está afuera, en las travesías que proteges y cortejas, que se ansían, en las huellas que van o que vienen desde lo inmemorial o el momento fugaz desde el cual te evoco y te escribo
Amiga fértil del Rey Jampatu –el padre ancestral de todos los sapos-, compañera de la Roca Madre y de cada waka, centinela de las incesantes arenas de la quebrada, amparas al día y a la noche y ellos te amparan: así amputas la maldad que acecha y la condenas al olvido, la arrojas lejos de tu sagrada, áspera, belleza
Piedra mágica del abra, curtida piel del cosmos, estrella caída, salvaje faro del universo, lates y me incitas el alma, lates y me lijas las penas, lates y me esperanzas
Tú, que eres inmortal, tu, que eres invencible.
Añorada, me devuelves la fe.
Inmóvil, perpetúas la errancia.
Callada, me dictas cada palabra.
Pablo Cingolani
Desde algún lugar, 15 de abril de 2020
[*] El nombre completo del escrito es Piedra mágica del abra de Mullumarka, del lado de Chojo, y en dirección sudeste bajo la tutela de la Suprema Waka Illimani.
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